miércoles, 13 de junio de 2012

La Capa, de Joe Hill


"Siempre que mi hermano y  yo jugábamos a superhéroes
él siempre me hacía ser el malo. 
Alguien tenía que serlo"

Es curioso cómo la historia más sencilla puede hacernos reflexionar en torno a la figura del superhéroe, al encuentro con sus virtudes y a su proyección en el ser humano. La heroicidad del personaje célebre está en la valentía de escoger hacer el bien con los poderes que le han sido otorgados, y no aprovecharlos en su propio beneficio. Ese es el héroe. La Capa muestra lo que ocurriría si cualquier ciudadano de a pie se encontrase con esas habilidades sobrehumanas y reaccionase con puro egoísmo ante ellas. 

Cimentado sobre un primer número que se basa en adaptar al medio del cómic el relato homónimo de Joe Hill, Jason Ciaramella completa la historia enriqueciéndola con un trasfondo mucho más profundo y complejo y con un desarrollo que continúa el argumento allí donde lo dejó el joven escritor. 

El resultado no podría ser más curioso: mientras el texto original era una pura historia de terror, sobre un chico que descubría la capacidad de volar gracias a un trozo de tela tejido por su madre durante su infancia y que utilizaba aquella habilidad para vengarse de todo el daño que sentía que le había hecho el mundo, Jason Ciaramella construye, a partir de esa tenebrosa premisa, una épica historia familiar en la que confluyen los miedos y traumas de la infancia enfrentándose a ellos desde una perspectiva del todo destructiva. El poder no sólo corrompe, sino que ciega por completo. El guionista hace un excelente trabajo hilvanando el relato original con una historia que se pliega y enriquece al texto del que proviene. 

Igual de curioso es el dibujo de Zach Howard para ilustrar el cómic, lleno de oscuridades y provisto de una sorprendente habilidad para caracterizar a sus personajes. En el proceso de coloreado, Nelson Daniel y el propio dibujante incluyen ciertas zonas de punteado que recuerdan a la impresión de los cómics en los años ochenta, tratando de que el relato se pliegue al medio del cómic no sólo en su lenguaje, sino también en su textura. 

La Capa es un triunfo. No sólo ha dejado de ser un relato de terror para convertirse en un cómic por derecho propio, sino que ha superado la ambición de adaptar el original. En ese proceso, La Capa se ha convertido en otra cosa. Por el camino dejó de ser un breve relato de terror para convertirse tanto en nostálgica radiografía de la familia como de introspección personal en torno al fracaso y la soledad. En su insultante sencillez termina encontrándose una de las mejores reflexiones sobre el sentido del superhéroe de los últimos tiempos. 

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