domingo, 24 de junio de 2012

Kick-ass 2


El cómic escrito por Mark Millar y dibujado por John Romita Jr. que alcanzó unas altísimas cotas de popularidad en 2010, en gran parte por su adaptación fílmica, tiene segunda parte. Es probable que algunos recibáis la noticia en este momento, pero tampoco hay que preocuparse, pues desde ya aviso que no alcanza los niveles de la serie original, lo que junto a los retrasos en su publicación (al igual que sucediera con la serie original) no han ayudado precisamente a que haga mucho ruido fuera de Estados Unidos.

En esta secuela Mark Millar continúa con la historia de Dave Lizewski (Kick-ass) y Mindy McCready (Hit-girl). Mientras el primero continúa con su cruzada contra el crimen, la segunda intenta alejarse de su alter-ego para complacer a sus padres, aunque no será fácil contener su verdadera naturaleza. El resto de los ingredientes se mantiene de forma similar. Si en la primera parte llamaba la atención la forma en que Millar aplicaba una óptica realista al universo de los cómics de superhéroes y al concepto del héroe urbano principalmente, en esta segunda parte pone el punto de mira en los grupos de héroes y los supervillanos, encabezados por un Red-Mist rebautizado como Motherfucker. Este nombre es un interesante indicador del tono que alcanza por momentos la historia, pues el tono realista está muy bien conseguido en las acciones de los villanos, con situaciones que resultan bastante estremecedoras, ya sea por la violencia gráfica o por la crueldad de la idea que se plantea. Que en estos tiempos en los que estamos tan acostumbrados a la violencia explícita, el que un cómic aún sea capaz de estremecerte es sin duda algo digno de reseñar. Lástima que el resto de la obra no pueda equiparar a estos momentos de lucidez.

El hecho de que Millar tenga su propia línea editorial (Millarworld) y que en muchas ocasiones le compren los derechos de sus obras para llevarlas al cine incluso antes de que él las tenga claras en su cabeza, no han ayudado precisamente a mejorar la calidad de su trabajo. De un tiempo a esta parte se ha hecho evidente un creciente nivel de acomodamiento en sus guiones, hasta el punto de que lo que antes eran sus señas de identidad se han convertido en puros clichés. A esto hay que añadir las frases ultraflipadas que se utilizan para publicitar las series de Millarworld, que le hacen un flaco favor a los cómics, pues ya sabemos el arma de doble filo que es el hype, maniobra tan utilizada en estos tiempos. Me viene además a la cabeza la idea de que si precisamente, al tener Mark Millar el control de su línea editorial no le sería más sencillo salvar estas situaciones, evitando promociones que pongan el listón mucho más arriba del resultado final. Quizás es que no le interesa dejar de ser el flipado de turno, o quizás es que ni siquiera sabe por donde continuará la historia, que con el tiempo que pasa entre número y número no es nada descabellado.

Para conocer de primera mano a lo que me refiero con la comodidad de las últimas obras de Mark Millar, les insto a leer Némesis, un compendio de sus tics llevados al extremo con una leve línea argumental para unirlos. 

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