sábado, 30 de junio de 2012

Fuego Negro, de Hernán Rodríguez


Amante de la literatura de terror, después de su trabajo basado en dos relatos de H.P. Lovecraft, el artista Hernán Rodríguez realiza una muy personal obra basada en un manuscrito anónimo encontrado en el pueblo francés de Carcassonne. Autor tanto del guión como del dibujo, su estilo personal y turbador encajan muy bien con la experiencia visual onírica y alucinada que también busca en sus materiales argumentales. 

Fantástica y cuidada edición la de Norma Editorial para la llegada del proyecto a España, en tapa dura y con un excelente formato, las más de 170 páginas de Fuego Negro son una obra magna, un trabajo titánico de la mano de un solo artista desvela tanto su habilidad para adaptar relatos literarios al género del cómic como un dominio evidente de las técnicas narrativas del medio. En la historia, unos soldados de Napoleón quedan atrapados en un pueblo abandonado y les ataca una fuerza sobrenatural que convierte la novela gráfica en un ejercicio de terror que ayuda a desplegar todos los recursos visuales de Rodríguez

El artista opta por un color dominante para cada viñeta como recursos para crear climas y contrastes llenos de fuerza. Rojo para la sangre, para el peligro, blanco para ilustrar la estepa, páginas teñidas de amarillo cuando hay una hoguera, negro para los espíritus del mal. El relato se ajusta a las historias clásicas de terror en las que un grupo de personas tratan de huir de un lugar mientras una criatura misteriosa acaba con ellos uno por uno, lo que permite a Rodríguez jugar con el tono de pesadilla que tan bien domina y disfrazar así las ingenuas tramas que propone un sencillo argumento. 

El principal escollo para considerar Fuego Negro como una obra superior es su diseño de personajes. La dificultad para diferenciar en las viñetas a unos protagonistas de otros resulta evidente en muchos tramos de la lectura, lo que unido al trasfondo plano de cada uno de ellos se materializa en la toma de distancia por parte del lector frente a lo que está leyendo. Se asiste al relato de un grupo de personas cuyo único rasgo conocido es el deseo de salir del pueblo maldito, lo que otorga una dimensión plana al cómic de Hernández, que encuentra en un divertido concepto visual la manera perfecta para divertirse y de paso aterrorizar al personal jugando con su género favorito. 

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