miércoles, 30 de mayo de 2012

Namor, el primer mutante #2


A pesar de los extraños proyectos a los que normalmente se le vincula, las ilustraciones de Ariel Olivetti son una verdadera gozada. Su estilo pictórico hiperrealista bien compensaba el argumento absurdo del primer tomo de esta serie, y vuelve a ser el principal aliciente de este segundo volumen incluso cuando su historia mejora sensiblemente. 

Lejos ya del terrible trasfondo vampírico con el que Marvel había castigado los primeros números del relanzamiento del príncipe de Atlantis en solitario, lo que plantea Stuart Moore aquí está mucho más cercano a la verdadera identidad del personaje submarino. 

En estos siete números de la serie original recopilados en el segundo tomo aparecen Loa, joven personaje de X-Men destinado a convivir desde ahora con las historias de Namor, el bizarro enfrentamiento del héroe con el infierno, simbolizado en el desierto, la renuncia eterna del príncipe al amor verdadero, e incluso invita de manera acertada a la función al Dr. Muerte recordando el pasado como villano del protagonista. 

La historia se desdibuja por momentos, tiene buenas ideas pero la escritura de Moore es dispersa y falta de fuerza. Pero lo peor del tomo son aquellos momentos en los que se suple a Olivetti con lamentables dibujantes de tercera, quizás auspiciados por el lento ritmo de trabajo del dibujante estrella y la condición de serie mensual del título. Es entonces cuando se evidencia que la historia no es lo suficientemente poderosa, que está tratada con desidia y el mal dibujo la hace casi insoportable. 

Sigue siendo un mal acercamiento el realizado por el guionista hacia un personaje único en el universo Marvel. La misma cabecera de la serie lo anuncia. La llegada de Loa, sin embargo, auspicia una nueva y larga vida al héroe submarino, que tal vez algún día vuelva a conquistar aquellas lejanas aguas de la excelencia que tanto merece. 


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