viernes, 11 de mayo de 2012

5 Ronin, de Peter Milligan


En el mundo del cómic, Peter Milligan siempre ha sido uno de esos guionistas controvertidos, a los que el lector adora o del que reniega por completo según el gusto personal. Lo que sí es cierto es que sus espectaculares premisas siempre están muy por encima del resultado final de sus obras, al llenarlo todo de falsa complejidad, de obligada introspección psicológica cuando quizás no deba haberla o de aletargar el desarrollo de una manera poco disfrutable, lo que suele dejar un sabor agridulce en su lectura. 

No ocurre diferente aquí, en 5 Ronin. La idea de partida es soberbia, tratando un material muy influido por el gusto cinéfilo de Milligan en torno a las películas de samuráis dirigidas por Akira Kurosawa (el cómic tiene el sabor especialmente de Yojimbo y Los siete samuráis), y transporta a cinco personajes de Marvel al Japón feudal y construye una historia en torno a ellos. 

El relato parece fragmentado en su comienzo, como si las cinco historias fuesen independientes. Milligan comienza a entrelazar a los personajes en los últimos números, y finalmente nos encontramos con un tímido intento de unirlos a todos en una resolución coral pero de intenciones demasiado contenidas, como si las pretensiones psicológicas del cómic impidieran al material resolverse mediante un conflicto realmente intenso. Para el autor, pues, pareciera que la intensidad de lo relatado y la profundidad del desarrollo de personajes son conceptos incompatibles. 

Esta es quizás la falla que convierte a 5 Ronin en un cómic aceptable, pero muy alejado de la obra maestra que podría haber sido. La obra está dignamente dibujada en cada capítulo por un ilustrador diferente, aunque la coherencia global no se vea resentida. No se trata de un cómic fallido, pero da mucha pena volver la vista hacia él y pensar en la gran historia que podría haber sido en realidad. 


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