martes, 22 de mayo de 2012

Aquaman #1 / Catwoman #1


El reinicio del Universo DC, que desembocó en lanzar nada menos que 52 series nuevas al mercado partiendo desde un glorioso número 1, fue una decisión puramente comercial amparada en el deseo de atraer a nuevos lectores. La mayoría de las series alcanzaba los 600 números y comenzar una nueva numeración parecía el aliciente definitivo para que muchos se lanzaran a coleccionar por primera vez a sus personajes favoritos. 

Ha pasado un año desde entonces, tiempo suficiente para comprobar que apenas se han enganchado nuevos consumidores del medio, nuevas generaciones de lectores. En su lugar, los lectores de mayor edad ya afianzados en el mundo del cómic son los que han aprovechado el reinicio para acercarse a personajes por los que ya sentían curiosidad pero a los que nunca habían intentado seguir. El problema de lanzar 52 series al mercado en el mismo instante de tiempo es que no hay tantos grandes artistas como para convertir cada colección en una obra imprescindible. Si tenemos el cuenta, además, el hecho de que los grandes guionistas vinculados a DC son responsables de más de una cabecera, la calidad de estos también se diluye. 

La prueba más clara de ello quizás sea Aquaman, escrita por un Geoff Johns al que se comienza a tratar como todopoderoso. En la serie del personaje marino hay hermosas aventuras pero están tratada como a las de un superhéroe cualquiera, sin identidad propia. A Ivan Reis no le importa dibujar siempre al mismo superhéroe, ya se llame Hal Jordan o Arthur Curry. El hecho de que sus tramas o sus enemigos tengan trasfondo acuático no lo vincula necesariamente con el mito del príncipe de las mareas. La decisión de Johns de desmitificar las burlas en torno al personaje considerado el patito feo de la editorial a través del humor consigue el efecto contrario al buscado: desdibujar aún más el tono del cómic y a su personaje principal. Es cierto que el guionista es famoso por edificar tramas a largo plazo, pero ¿cuántos números hay que esperar para decidir si Aquaman vale la pena realmente o no? ¿Justifica un número futuro glorioso la compra de un montón de números intrascendentes de la serie?

Otro cómic que sirve para cuestionar la filosofía del proyecto del reinicio DC es Catwoman. La serie está dibujada con brío por Guillem March, pero la historia de Judd Winick no sólo es intrascendente sino que tiene poco que ver con el espíritu del personaje. Podría haber cualquiera tras esa máscara, el cómic sólo retrata a una mujer oculta tras un disfraz, y las viñetas se llenan de sus pensamientos de una manera anodina, la maldición de la apatía narrativa que desde hace décadas castiga los cómics de algunos personajes femeninos. Resulta interesante la adición de una amiga íntima, personaje que enriquece por fin el trasfondo de una heroína plena de misterios, pero por otra parte la trama general en torno a la mafia resulta del todo manida. El cómic se termina vendiendo por la sensualidad de las formas esbozadas por March, pero queda muy alejado del perfil genial que hiciera Jeph Loeb sobre una Catwoman con auténtica alma. 

Es un motivo de celebración que DC haya reiniciado sus colecciones y eso haya servido para colocar a grandes autores al frente de nuevos proyectos editoriales, con el Batman de Snyder como mayor ejemplo. En otros casos, sin embargo, se perciben como puro relleno. Barry Allen manipuló la corriente temporal y alteró el espacio-tiempo, pero para algunos superhéroes las cosas siguen sin haber cambiado. 

1 comentarios:

Unknown dijo...

Habiendo leído ambas ediciones españolas no puedo sino darte la razón. Aquaman empieza perfilándose interesante, me hizo gracia el enfoque del primer número con ese Aquaman al que nadie toma en serio, aunque es cierto que se diluye el tono al ver que en los siguientes se quiere poner épico. Y aquí es donde se cae con todo el equipo, pues al final resulta una aventura de lo más normalita con una resolución un tanto chapucera y atropellada y unos diálogos llenos de perogruyadas en el último número que me hace sospechar que cuando en DC decían que querían nuevos lectores asumieron que la juventud es tonta.

En cuanto a Catwoman, la calidad del dibujo de Guillem March es incontestable, con algunas páginas realmente impresionantes, pero la trama se queda en un quiero y no puedo, y en cuanto no saben que hacer, meten a Batman o enseñan un poco de carne. Sólo añadir que ya en la época de Ed Brubaker de Catwoman, de la que se notan ciertas influencias en esta serie pero se pierden los mejores detalles para mi gusto, contaba con una compañera, Holly, a la que eché de menos en esta serie. Veremos si la rescatan más adelante.

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