lunes, 27 de agosto de 2012

El cambio de dibujante


Hay pocas cosas más emocionantes en el mundo del cómic que recibir la noticia de un nuevo proyecto bajo el mando de un equipo creativo al que admiremos. Uno se acerca a una colección nueva auspiciado por el nombre de un guionista estrella, o por el placer de disfrutar de las ilustraciones de un dibujante determinado. 

Y hay pocos momentos más estimulantes que poder seguir una colección acometida por dos grandes figuras, en las que guión y dibujo supongan un gran aliciente para la lectura. Así es como se terminan gestando las grandes obras del medio, cuando un cómic lleva nombre y apellidos, cuando tiene unos padres concretos a los que resulta inmediato referirse. 

La sensación más frustrante de seguir una serie es cuando, sin previo aviso, un número aislado tiene de repente un dibujante nuevo, que normalmente suele ser sensiblemente inferior al ilustrador previo. Esto sucede con enorme frecuencia en las grandes editoriales americanas, en parte movidas por su frenética periodicidad en la publicación de las series. Lo que se consigue es que el cómic ofrezca un bajón de calidad alarmante, y la presencia reiterada del dibujante suplente (o dibujantes) invita a abandonar las series. 

De repente el cómic tiene menos identidad, ya no tiene unos padres definidos, ya no pertenece a dos autores, ya no es una obra redonda. Lo peor es que, en muchos casos, la portada sigue manteniendo el nombre del dibujante original, con el ánimo de continuar las ventas. Prácticas detestables que invitan a pensar en el mundo del cómic como un medio frustrante. Lo que podría ser y no es. 

1 comentarios:

Unknown dijo...

Es muy divertido cuando el dibujante original hace dos cochinas páginas y con eso justifican que aparezca en portada. O incluso mejor, cuando hay involucrados 3 ó 4 dibujantes y te señalan el intervalo de páginas que corresponde a cada uno.

Sinceramente, prefiero esperar un mes más para leer un cómic bien rematado, que uno de estos apaños.

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