martes, 13 de marzo de 2012

Batman: Silencio


Silencio no descubre la maestría de Jeph Loeb como escritor, pero sí desvela que el autor es uno de los pocos narradores en el mundo del cómic que marca el ritmo de lectura. Su absoluto dominio de la composición de cada página empuja a devorar el texto, al deseo irrefrenable de conocer la historia por completo. 

Silencio encuentra el equilibrio perfecto entre el argumento detectivesco que acompaña tradicionalmente al cruzado enmascarado con momentos para una acción desbordante, remarcada aquí por los impactantes dibujos de un portentoso Jim Lee. Por si fuera poco, y como de costumbre en las obras trascendentales del guionista, la aventura del hombre murciélago encuentra algunos puntos importantes que redefinen su imaginario. 

El triunfo del cómic va más allá de su abrumadora impronta estética, la de un cómic disfrutable como pocos a nivel visual. En su historia, Batman y Bruce Wayne no son héroe y alter-ego, sino un sólo héroe que necesita la paz en sus dos roles para encontrarse a sí mismo. Las máscaras aquí sólo sirven para disfrazar la realidad bajo un color diferente, no para ocultarla. Wayne y Batman se enamoran de la misma persona. El héroe vive con el miedo de volver a perder a un ser querido y el hombre lucha por revelar su identidad tras el antifaz. 

Pero el conflicto entre el pasado, presente y futuro del personaje en cuanto a cómo afrontar su relación con sus seres amados no es el epicentro de la historia. Como es habitual en Loeb, se dan cita los principales villanos del universo de Gotham para vencer al cruzado. En el trayecto, el escritor crea a un nuevo y memorable antagonista que da título a la aventura. 

Silencio se queda a vivir para siempre en el imaginario del lector, tal y como los dibujos asombrosos de Jim Lee. Tal y como el hermoso texto de Loeb

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