domingo, 15 de abril de 2012

Batman: El contraataque del caballero oscuro


En el inicio del segundo de los tres libros que componen El contraataque del caballero oscuro, una secuencia aparentemente intrascendente aparece presentada en tres splash pages consecutivas, a doble página. Al contemplar cómo seis páginas ilustran una sola acción, es imposible no advertir que algo diferente está ocurriendo, y que valorar este cómic bajo los cánones tradicionales resulta ridículo. 

Sirve también de bien poco valorarlo como continuación de la inalcanzable obra El regreso del caballero oscuro, pues no tiene ni la trascendencia, ni el peso, ni la ambición de aquella. Se acerca acaso a un What if de cómo podría haber sido su continuación, pero más como ensoñación que como secuela literal. En su lugar, El contraataque del caballero oscuro se revela como libre expresión artística, como campo de experimentación, como atrevimiento inspirador que se adelanta a su tiempo tanto como lo hizo en su día la hermana mayor. 

Es más una obra de arte que una obra maestra, en tanto que parece siempre menos preocupada por el resultado final que por los hallazgos creativos que encuentra mientras dinamita todo el universo literario de Batman y su mitología, retorciendo y mirando también bajo un nuevo prisma el imaginario derivado de El regreso del caballero oscuro. Si aquella era la novela definitiva, su hermana pequeña es un hermoso e inaccesible libro de poesía. 

Para un amante del arte, El contraataque del caballero oscuro es una auténtica revelación. Lynn Varley explora las posibilidades de la representación artística y de los referentes culturales más diversos a partir de los personajes del cómic. Si Wonder Woman parece dibujada por Picasso no es casualidad. Superman o el propio Batman parecen salidos de la más ardiente vena expresionista, y los rabiosos y caprichosos fondos digitales parecen cercanos a la sensibilidad del arte contemporáneo. Mezcla de estilos, de referencias y de técnicas, para componer una obra ingobernable, inagotable, inclasificable. 

Mucho sufrirá quien se acerque a sus páginas buscando un cómic convencional, buscando lo que puedan ofrecer otras historietas. El contraataque del caballero oscuro se abandona, plenamente, a la búsqueda de nuevos caminos narrativos, y esa valiente decisión hace que pierda lectores con cada página. Es necesario observar la obra con la suficiente perspectiva como para encontrar en ella todas las virtudes que la hacen grande. 

En el desquiciado universo de Frank Miller tiene un sentido especial la caricatura gruñona que concibe en torno a Batman. ¿Cómo se comportaría, realmente, una persona que ha perdido a sus padres en un robo a mano armada y que decide dedicar su vida a la venganza? Probablemente no sería el personaje introspectivo y detectivesco cuyo perfil hemos atribuido a la cultura popular. Quizás se parezca más a este anciano detestable, que odia a todos los seres mientras el amor entre otros superhéroes provoca maremotos y mueve montañas. Batman sólo es capaz de percibir a quién ama cuando ha terminado del todo la tempestad. Mientras exista el crimen, no existirá el hombre. 

En su mundo imaginario, en su grotesca caricatura, en su secuela imposible, en su historia irreal, Frank Miller termina por bosquejar un retrato más cercano al personaje de lo que nadie lo hizo nunca. 


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