domingo, 8 de abril de 2012

All Star: Batman y Robin


"Es un hombre que tiene una misión, pero no es la venganza lo que le mueve. Es mucho más noble. Quiere que el mundo sea un lugar mejor, donde un joven Bruce Wayne no sea una víctima… En cierta manera, quiere ser innecesario. Batman es un héroe que desearía no existir”.
                                                                                             - Frank Miller

All Star: Batman y Robin nos presenta a la pareja por excelencia de DC de la mano de una pareja artística igual de imponente: Frank Miller y Jim Lee. El primero ayudó a construir el mito del hombre murciélago con dos obras icónicas, una sobre su origen (Año uno) y otra sobre su incierto futuro (El regreso del caballero oscuro). Sobre Jim Lee poco hay que decir, basta con ver alguno de sus dibujos. Sus páginas se llenan de mujeres perfectas, hombres musculosos, perspectivas impresionantes y una cinética envidiable. Por lo tanto, es muy difícil abrir las primeras páginas de éste cómic y no entregarte a la característica narrativa de Miller y las apabullantes splash pages de Lee

La idea de esta serie es revisitar el apadrinamiento de Dick Grayson, el primer Robin, por Bruce Wayne. Por lo tanto, si hablamos de revisitar, debemos enfrentarnos a la lectura intentando despojarnos de lo que hayamos leído sobre esta historia, o es muy probable que acabemos enfadados... y lo digo por experiencia propia. Frank Miller nos presenta a un Batman muy cercano al de El regreso del caballero oscuro pero llevado al límite, con mucho de vengador y casi nada de detective. Aquí es prácticamente un psicópata, que no duda en hacer explotar un coche de policía por muchas muertes que esto pueda causar y disfruta rompiendo los huesos de sus enemigos mientras ríe a carcajada limpia, porque es el puñetero Batman [sic]. Esto no sería un problema (e incluso lo alabaría) si la historieta estuviese escrita por completo desde el punto de vista de Dick Grayson, pero en los pasajes narrados por Wayne ese desequilibrio es incluso más patente. Me sorprende especialmente que esta imagen de un Batman que disfruta con lo que hace venga de la misma persona que dio una definición sobre el personaje, desde mi punto de vista, tan certera como la que abre este texto.

Pero esto es sólo el principio de la espiral de excesos a la que nos arrastra Miller. En su universo, cuando un personaje no está enfadado todo el tiempo (grupo en el que se incluye a Wonder woman) es caricaturizado hasta llegar al ridículo. Caso especialmente acuciado en Plastic Man y Green Lantern. Gotham City es descrita como la última pocilga del planeta, una suerte de Sin City a todo color, lo cual no se aleja de lo que todos conocemos. El problema viene cuando las pinceladas que se dan sobre Metrópolis son sospechosamente similares, como si Miller no fuese capaz de ver el mundo de otra forma. Lo que en un principio son las divertidas señas de identidad del autor, con el paso de las páginas lastran la lectura. Las reiteraciones se apelotonan con las frases molonas marca de la casa, aunque siempre hay hueco para los destellos de genialidad que nos recuerdan por qué Miller está donde está. Pero esto en última instancia sirve para acentuar la sensación de decepción que queda tras la lectura, no por haber leído un mal cómic de Batman, sino por ver a un Miller que no es capaz de salir de la caricatura que se ha hecho a sí mismo.

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